TRES FACTORES PARA UNA LECTURA EFICAZ
MAESTROS
MAESTROS
Por Milagritos Franco
Olvidamos que la obra literaria no solo es un referente estético, sino también un excelente modelo textual que, a diferencia de otros escritos, no tiene respuestas predeterminadas. Ella nos lleva, como asevera Mario Vargas Llosa, al maravilloso mundo de la ficción, el cual solo se disfruta cuando se comprende, cuando se descifran sus misterios encriptados en palabras.
Tanto en la elección de un libro, como en la programación del plan lector, conviene tener en cuenta tres factores fundamentales, en los que reside el éxito de las producciones de Dalh (precisar al menos un título) o de Colchado (con sus entrañables Cholitos): el lector, el texto y el contexto de la lectura.
Comprender al lector
Gianni Rodari en su mágico libro La gramática de la fantasía proponía una estrategia: “¿Qué pasaría si…?”. ¿Qué pasaría si Caperucita persiguiera al lobo? O más actual: ¿Qué pasaría si Charlie y la fábrica de chocolate fuera leído por niños de ocho años? ¿Qué pasaría si Ojitos de ángel lo leyeran niños de sexto grado? Ambas preguntas tienen la misma respuesta no lo entenderían. Comprender al lector es entender que cuando lee un libro lo hace él, sus conocimientos y sus estrategias.
Desarrollemos la competencia lingüística
Atención a las estructuras afectivas
No es lo mismo leer una obra que se titula ¡Ay, cuánto me quiero! que Aprendemos a socializarnos; igual que tampoco lo es leer por placer que por obligación. La actitud del lector ante la lectura cambia de acuerdo a sus intereses concretos sobre el texto. Al igual que los clásicos cambian, también, los intereses, por ello debemos escuchar a los niños. Las estrategias previas a la lectura preparan los corazones. De acuerdo a las características del libro, los estudiantes se podrían vincular con los personajes, con el misterio, con el lugar, etc.
Analizar el texto
Dos de las razones que ocasionan que los niños dejen de leer un libro son cuando la intención del autor no logra evocarles imágenes de la historia leída y que el vocabulario les parezca rebuscado. Ponerse en los zapatos de un niño de ocho años resulta una utopía. Si bien, existen innumerables investigaciones que han determinado perfiles lectores por edades, valdría la pena plantearse las siguientes preguntas al momento de seleccionar un libro:
- ¿Puedo ilustrar el tema o ideas principales de la obra?
- ¿Puedo resumir la obra en pocas líneas?
- ¿Es factible realizar un organizador visual sobre la obra?
- ¿Mis estudiantes conocen el vocabulario de esta obra?
- ¿Saben consultar en el diccionario?
- ¿Puedo mencionar las emociones o sentimientos que suscita la obra?
- ¿He leído con mis estudiantes historias de semejante tipología textual?
Recordemos que la lectura en la escuela es sistematizada y posee un propósito; no basta que el libro “sea bonito” o que sea el libro que nos hubiera gustado leer de niños. Si pretendemos desarrollar o fortalecer la comprensión, seleccionemos libros que tengan una intención, una organización clara y estructuras sintáctico-semánticas muy bien constituidas.
Actualmente, los libros presentan fichas de lectura que acompañan el proceso de comprensión; no obstante, no siempre se adaptan al perfil lector de nuestros estudiantes. Las siguientes estrategias pueden serle útiles, pues integran lector-texto:
- Comente el objetivo de la lectura: explique cómo va a alcanzarlo.
- Plantee la socialización de los pasajes: establezca criterios (complejidad, humor, misterio, sorpresa, etc.).
- Compare estrategias de lectura. Motívelos a explicitar, por ejemplo, cómo leyeron La rebelión de las palabras (novela con referencias poéticas) y El terror de Sexto B (novela con rasgos testimoniales).
- Motive la identificación de pasajes específicos de la obras. Brinde espacio para su lectura oral.
- Plantee retos de lectura como, por ejemplo, sintetizar la historia en dibujos o esquemas. En el caso de que el libro tenga ilustraciones, solicíteles que complementen las imágenes. De esta manera, recurrirán a su memoria de largo plazo.
- Promueva la transformación de pasajes y finales.
- Considere la predicción desde los primeros grados. Ayudelos a plantear hipótesis verosímiles y fantásticas. Por ejemplo: “¿será un niño vanidoso el protagonista de ¡Ay, cuánto me quiero! o será un niño solitario?”.
- Enséñeles a inferir el significado de palabras por el contexto y a utilizar el diccionario.
Revalorar el contexto
- Comentan la lectura en pequeños grupos.
- Comparan pasajes de la obra con hechos de su vida.
- Citan pasajes en forma literal.
- Cuestionan la obra: la consideran utópica e inverosímil.
- Dibujan con detalle pasajes que eligen.
Motivar y fortalecer el hábito de lectura no solo se sostiene en el manejo de estrategias de lectura, sino, como observamos, en el conocimiento y manejo de estos tres factores. Al igual que todo proceso, cada uno de esos componentes debe ser entendido como unidad y luego como estructura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario